Grandes trágicos de todos los tiempos han tomado
figuras históricas pienso en Shakespeare, en Schiller, y entantos otros - para darnos sus versiones personales
mediante el arte: En mi humilde condición sentí la necesidad
de hacer algo de eso que aquéllos lograron, investigando todo lo
que pude, hasta la correspondencia privada del General Lavalle, pero luego
dejaría que mi imaginacion y esa oscura inspiración que según
los griegos era lo único que permite alcanzar la obra de arte, me
condujeran, casi diria me arrastraran, hacia aquel trágico episodio
del Coronel Dorrego, a quien, sin duda, su antiguo camarada de armas en
las luchas por la Independencia admiraba y por el que - palabras de una
carta de Lavalle a su mujer después del fusilamiento y en días
y meses de desconsuelo - "porque tenía inclinación por Manuel",
palabra hermosa que me recordaba mi infancia en el pueblo de Rojas, donde
aún se usaba, como en toda nuestra campaña. Cuando salió
la novela, varios amigos me sugirieron la posibilidad de hacer una obra
musi-cal con el texto, quizá una suerte de oratorio, pero mi hijo
Jorge Federico, apoyado por otros amigos, me dijo que sería mejor
hacerlo con un músico folklorico de extraordinaria calidad musical:
EDUARDO FALU, quién aceptó entusiasmado apenas le dí
el texto. Y así, hace ya casi treinta años, en pocas y febriles
jornadas de trabajo, hicimos esto que ahora sale en una nueva edición.
No había por entonces ningún precedente, circunstancia que
más bien me inclinaba al pesimismo, al que soy tan propenso.No se
trataba de hacer algo tan fuera de lugar como una iglesia gótica
en el siglo XX, sino algo que en cierto modo se justificaba, por la perduración
del romancero castellano en el folklore vivo de nuestros pueblos. La tentativa,
pués, era peligrosa, peró fascinante, y terminó por
animarme el generoso entusiasmo de mi compañero de aventura. Así
nos pusimos a la tarea. Pero, qué forma poética emplear?.
Luego de algunos ensayos con versos de 16 sílabas, comprendí
que por ese camino ibamos a Ilegar a una especie de imitación de
aquellos
cantares del medioe_ vo.Y entonces decidí mante-ner la prosa épico-lírica
del correspondiente fragmento de la novela, introduciendo las coplas del
tipo aún viviente en el folklore de estos países. Algunas
de esas coplas, como las que rememoran el fusilamiento de Dorrego, las
tomé directamente; otras, la mayoría las compuse yo mismo,
respetando el espíritu que las caracteriza.
De este modo traté de insertar nuestro romance en la gran tradición,
adecuándolo sin embargo a la sensibilidad de nuestro tiempo, evitando
un lenguaje arqueológico, ya que sólo podemos emocionar mediante
la lengua que vivimos. De ahí que no haya vacilado en un anacronismo
como "tachito".
La experiencia nos dió enormes satisfacciones.
Y la prueba que era algo esencialmente legítimo es que prendió
en el espíritu de -las gentes, hasta el punto - que mucho nos alegró
- que otros artistas hayan compuesto obras en la misma línea.
Debo decir , finalmente, que mi idea no habría
alcanzado ese valor si no hubiera tenido .la ventu-ra de encontrar un artista
de la sensibilidad, imaginación y virtuosismo de Eduardo Falú.
Una vez más, en esta definitiva versión -porque no tendré
ya otra posibilidad - le quiero expresar no solo mi admiración,
sino su infinita paciencia para soportarme en esta empresa.
Santos Lugares,
agosto de 1993.