La Broma

  Marcelo Giambertone, manager de Fangio y colaborador en la organización del Segundo Gran Premio de Cuba, fue quien lo convenció de participar en la carrera de autos sport en la isla. El Chueco no sabía muy bien que hacer con su futuro, cuando la firma Maserati le pidió que corriera hasta que terminaran un nuevo auto, un modelo más liviano que saldría para el campeonato de Fórmula 1.
  La situación no era fácil en el país caribeño. El régimen de Fulgencio Batista intentaba mejorar su imagen mundial, mientras que el grupo guerrillero encabezado por Fidel Castro se esforzaba en desprestigiarlo. Todos los planes del secuestro estaban en marcha cuando el argentino y su representante llegaron a Cuba.
  Una vez ahí, el ministro de las Fuerzas Armadas, el general Fernández Miranda, los invita a una recepción en una mansión cerca de La Habana. Giambertone llegó antes, y un soldado le informó que lo solicitaban por teléfono, cuando se dirigió a la cabina, otros dos soldados le pidieron el pasaporte y se lo llevaron detenido. "Estábamos a la caza de un espía de Fidel Castro que se hacía pasar por manager de Fangio. Al fin te hemos encontrado", le dijeron cuando pidió explicaciones.
  Ya en el departamento policial, le ordenaron que se sacara la corbata, el cinturón y los zapatos. Asustado e impotente, decidió cumplir la orden. En ese momento escuchó carcajadas en la sala contigua, y enseguida aparecieron Fangio, el general cubano y otros amigos. Esta broma causaría la incredulidad de Miranda al principio del secuestro de Fangio, lo que motivó el retraso de la intervención policial en el asunto. Cuando Giambertone se comunicó con el general para informarle de lo sucedido en el hall del Lincoln, el militar, siguiendo la supuesta nueva broma, le preguntó si "lo han raptado en plato volador o en caballo blanco", y cortó la comunicación. Más tarde, al comprobar la veracidad de la noticia, movilizó todas las fuerzas militares y policiales disponibles.
  Pero ahí no terminaban los chistes. Se decidió realizar la carrera de todos modos, sin la presencia del corredor argentino. Minutos antes de que comenzara la competencia, por los altoparlantes se anunció que el campeón se encontraba en una esquina de La Habana, sano y salvo, y que las autoridades de la carrera y la policía se dirigían a recogerlo.
  A los aplausos y gritos siguió la verificación: se trataba de un llamado telefónico, que el locutor argentino Manuel Sojit ("Corner", era su seudónimo), de Unión Radio, reprodujo sin sospechar que se trataba de una nueva broma. Para ese momento, en el cruce de Luyanó y Guasabacoa, la esquina indicada, ya se habían reunido los más crédulos. Pero no era más que otra picardía criolla. Esta un poco más pesada que la anterior.