La Política, el Destino, y la Pista

  Fangio nunca se definió políticamente. Creía en su suerte, pero agradecía al peronismo a la hora de hablar de su primer viaje a Europa; a los conservadores les debía el financiamiento de sus primeras carreras, y con los revolucionarios cubanos lo unía una amistad de años.
  El sueldo que recibió como agregado de la embajada argentina en Roma, y la compra de dos Ferraris en el 49, fueron los aportes más notables de Juan Domingo Perón a la carrera de Fangio.
  Ya en sus comienzos, el Chueco había sido apoyado por Hortensio Míguez y Oscar Raúl Besusta, dos caudillos conservadores de su pueblo que ayudaron al corredor en su primer gran premio poniendo el grueso del dinero en una colecta popular. En ese momento, agradecido a la gente que lo respaldaba, tomó esa tendencia política, e incluso participó como fiscal y jefe de mesa en algunas elecciones. Siempre recordaba que tenía su libreta electoral firmada por él mismo.
  El Automóvil Club Argentino también tuvo su parte en el ascenso de Fangio. Ellos se encargaron de comprar los cinco primeros coches con los que corrió internacionalmente: tres Maserati y dos Simca-Gordini.
  Nunca se afilió a ningún partido político, porque decía que "el deporte no debe jugar mucho a la política". Y a la hora de recordar el tan comentado respaldo de Perón, el quíntuple campeón mundial afirmaba que "si un gobierno me dio apoyo, lo devolví con triunfos, cumplí. Pero no por eso voy a enrolarme en el partido que, en le gobierno, me ayudó".
  Su confianza en la suerte no se limitaba a las cábalas o a los hechos vinculados con los accidentes. Pensaba que el destino -"una cantidad de cosas que se fueron dando"- le había permitido triunfar en las pistas del mundo. Recordaba lo sucedido en Berna, Suiza, cuando le preguntaban si creía en la "yeta". En aquella ocasión, como siempre lo hacía, salió a dar una vuelta al circuito para comprobar si conocía bien las curvas. Pero esa vez se le cruzó un gato negro y lo mató. Esa noche no pudo dormir; la carrera era al otro día, y se realizó pese a una lluvia torrencial; el triunfo le hizo frente a las supersticiones.
  Fangio fue secuestrado en Cuba cuando en la Argentina el gobierno de la Revolución Libertadora llegaba a su fin. Ese mismo día había elecciones, luego de casi tres años de gobierno de facto del general Pedro Eugenio Aramburu. Unos meses más tarde, el líder radical Arturo Frondizi asumiría la presidencia. Eran momentos de intranquilidad, por lo que las especulaciones políticas abundaron al tener noticias de lo sucedido en La Habana.
  Los miembros del Movimiento 26 de Julio, al liberar al corredor, enviaron una carta al embajador argentino, Raúl Guevara Lynch (se trataba casualmente del primo del legendario Che) para aclarar que su problema era interno y su objetivo con el rapto simplemente propagandístico; luchaban por la situación cubana, y no contra el país y su régimen político. El piloto de Balcarce sólo había atinado a decir a sus secuestradores que él no sabía nada ni de política ni de Cuba, razón por la que no se iba a meter en los problemas de la isla. Uno de sus captores le aclaró que podía considerarse un huésped. Luego, las atenciones, las charlas y las horas compartidas terminarían en una amistad que se extendería por décadas. Para Fangio, lo sucedido en el 58 "fue algo especial, hecho por gente que tenía sus ideales y quería darlos a conocer de cualquier manera".
  "Yo creo en las personas más que en las agrupaciones", afirmó en alguna ocasión, y la coherencia de sus actos corroboraron sus palabras.