Boletín de noticias de la Facultad de Ciencias Astronómicas y Geofísicas

Universidad Nacional de La Plata

 

Año 9 Número 288 bis

5 de abril de 2010

Edición Especial

 

 

El material periodístico y fotográfico puede ser reproducido siempre que se cite la fuente.

 

 

Entrevistas y redacción de textos: Per. Alejandra Sofía.

Fotografías: Guillermo E. Sierra.

Editor responsable: Lic. Roberto Venero.

Webmaster y corrección de textos: Dr. Edgard Giorgi.

 

 

 

 

“Divulgar la ciencia es una obligación pero de hecho, se castiga”

Entrevista al Dr. Mario Bunge

 

Por Alejandra Sofía

 

 

El Dr. Mario Bunge estuvo en la Facultad de Ciencias Astronómicas y Geofísicas de la Universidad Nacional de La Plata pocos días atrás. Luego de más de dos horas de ofrecer una conferencia y responder inquietudes, dialogamos con él acerca de cotidianeidades de su vida y su recuerdo sobre la Universidad platense y la vida de estudiante.

 

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-Usted ha nombrado a personalidades como Guido Beck, Enrique Gaviola, profesores que lo han formado, ¿podría compartir algo de su vida cuando estudiaba física en la Universidad Nacional de La Plata y puntualmente sus vivencias en este Observatorio Astronómico?

 

Yo estudié, como usted sabe, en en La Plata y ahí tuve dos profesores muy importantes, el Profesor Ramón Loyarte que nos daba todos  los cursos de física, con excepción de físico-química que lo daba el Profesor Teófilo Isnardi.

 

Loyarte era un hombre muy inteligente que había estudiado en Gotinhem, Alemania, en la mejor época; sus clases de física general eran excepcionales, no creo que en Latinoamérica haya habido ni haya, clases tan buenas como ésas, con demostraciones en gran escala, muy bien preparadas; tenía asistentes alemanes que se habían formado allá. Eran clases interesantes, muy claras, en cambio sus cursos de física teórica eran anticuados, por ejemplo, en mecánica cuántica no pasaba de 1925 o algo así, mecánica clásica era muy primario. Uno de sus defectos es que se rehusaba a emplear el cálculo vectorial, entonces en lugar de escribir una ecuación escribía tres. Pero, sus cursos de física general eran ejemplares y estaban dirigidos a los estudiantes de física, astronomía e ingeniería, a todo el mundo.

 

Había un ambiente muy especial, los estudiantes nos interesábamos por muchísimos problemas que discutíamos en el comedor estudiantil, uno se sentaba en una mesa para cuatro y uno podía ser un bioquímico, el otro un estudiante de historia, el tercero, de astronomía. Siempre se hablaba de temas interesantes. Había mucho estímulo de ese tipo; La Plata era además una ciudad muy tranquila, muy hermosa. La calle 7, sobretodo en la primavera, era un espectáculo de color, con tilos en flor. Tengo recuerdos muy lindos.

Mucho después cuando vine como profesor, tuve alumnos muy buenos que eran de Física y de Química.

 

-Y de este Observatorio ¿dónde cursaba, venía seguido?  

 

Veníamos solamente una o dos veces por semana para los cursos de geofísica; el profesor no era precisamente de los que entusiasman sino de los que duermen, mejor no mencionar su nombre, en todo caso a mí me interesaba la geofísica cuando preparé el examen y di por casualidad con un texto de un geofísico norteamericano que me entusiasmó.

Tuve relación solamente con estudiantes de física, de matemática y de astronomía. Algunos cursos eran exclusivamente para nosotros de modo que éramos pocos.

 

-Usted mencionó que le daba importancia a la popularización de la ciencia, a su comunicación. Esto ha tomado énfasis en muchos países durante los últimos años, si bien siempre ha habido grandes divulgadores, desde Galileo en adelante.

 

Yo creo que es deber de todo profesor de ciencias, de divulgarla extra muros, dentro y fuera de la Universidad, dar conferencias, cursos, etc., en organizaciones populares, en bibliotecas, donde fuere.

Debiera ser obligación y no es así, de hecho, se castiga. A la hora de evaluar los méritos, se tiene en cuenta solamente los trabajos originales. Por ejemplo, ese fue uno de los motivos por los cuales Carl Sagan no hizo gran carrera académica, gastó mucho tiempo en su famosa serie de televisión, pero fue mucho más útil para la humanidad que muchos de sus colegas que publicaron más trabajos originales.

 

-Y en temas de educación, me remito, entre tanta actividad prolífica suya, a su rol de fundador de la Universidad Obrera Argentina ¿cómo surgió esa idea?

 

Yo creía, como sigo creyendo, que la educación es una palanca de renovación social y también creía, que puesto que el pueblo pagaba mis estudios universitarios, yo tenía que retribuir eso de alguna manera.

Por eso me puse en contacto con la Universidad Obrera de Méjico y con “The Work´s School”, la Escuela obrera de Nueva York, preguntándoles cómo se enseñaba, etc. Pero nuestras necesidades eran diferentes; yo creía que había que hacer dos cosas en la Universidad Obrera: capacitar a militantes sindicales y también calificar a obreros en electrotecnia, mecánica, química industrial y muchas otras ramas de la industria. Dábamos cursos de todas esas materias además de cursos sobre historia del movimiento obrero, legislación del movimiento obrero, y otros. La Universidad se mantuvo cobrando cuotas, unos $6 por mes, nunca recibimos subsidio de ninguna clase; funcionó muy bien desde 1938. Cuando la cerró la policía a fines del ´43, se acababan de graduar mil estudiantes. No es poco para aquella época. El régimen peronista dejó que las escuelas industriales languidecieran o se extinguieran y las reemplazó por las universidades tecnológicas. Fue un error porque las escuelas técnicas estaban abiertas a chicos que terminaban la escuela primaria; las otras exigían diplomas de bachiller.

En las escuelas trabajaban con sus manos, en los talleres. Perón tuvo la idea muy loable de industrializar el país pero no entendía que no se puede industrializar sin escuelas técnicas.

 

-Dr. Bunge, ¿cómo es un día de su vida, qué libros tiene más próximos, algún hobby tal vez?

 

No tengo hobbies salvo ver películas y nadar cuando puedo. Me paso el día estudiando y escribiendo. Trato de mantenerme al día en algunas disciplinas y escribo lo que se me antoja, es decir, lo que me interesa de momento. Pero tengo planes a largo plazo.

Trabajo más o menos de 8 a 12 y de 14 a 18 horas. A las seis de la tarde puntualmente bajo a ver el noticioso de la BBC, que me parece más objetivo. Después miro un noticioso norteamericano… hay que escuchar los bramidos del elefante, lo tenemos al lado en Canadá; ¡no podemos ignorar la existencia del elefante!

 

-Debe ser constante la consulta de discípulos y colegas.

 

Tengo una correspondencia constante con colegas, casi todos de fuera del país, por ejemplo, con Héctor (Vucetich); también con ex colaboradores y colaboradores actuales; siempre consulto. Uno de mis corresponsales favoritos era un paleontólogo de La Plata, Osvaldo Reig, quien había publicado su primer paper a los 16 años, sobre un fósil que había encontrado, era estudiante de aquí, de La Plata y lo echaron de la Universidad en la época peronista por sus actividades en el centro de estudiantes (estudiaba biología). Logró sobrevivir a todo eso y lo nombraron profesor sin tener doctorado. Fue a Londres y en seis meses le dieron el doctorado. Era un hombre muy culto, muy interesado por la política, progresista. Con gente así me entiendo muy bien, porque es gente que tiene intereses amplios como corresponde a un filósofo.

 

 

 

 

 

 

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