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¿Qué cielos estamos viendo?: introducción a la astronomía cultural

El lema del cartel que la Unión Astronómica internacional elaboró para su centenario decía: "cien años bajo un mismo cielo". Para el Mg. en Antropología y Lic. en Astronomía Alejandro López, integrante del comité organizador de la 10° Escuela Lapis y la 9° Escuela Blas Servin de la Sociedad Interamericana de Astronomía de la Cultura organizada por la Facultad de Ciencias Astronómicas y Geofísicas, es un cartel lleno de buenas intenciones, pero con algunos problemas: ¿realmente estamos todos bajo el mismo cielo? ¿Es tan simple como eso? ¿Hay un único cielo y muchas interpretaciones? Leé los debates que giraron en torno a la primera clase de las Escuelas.

En la inauguración de la 10° Escuela Lapis y la 9° Escuela Blas Servin de la Sociedad Interamericana de Astronomía de la Cultura, la Dra. Amalia Meza, Decana de la Facultad de Ciencias Astronómicas y Geofísicas saludó la iniciativa del desarrollo de las Escuelas y dijo: "Para nosotros es una alegría enorme este tipo de escuelas, ya que surgen como una propuesta de acercar investigadores, profesores, de destacada trayectoria hacia nuestra facultad y nuestra institución para que los estudiantes puedan aprender estos diferentes saberes y también puedan a estudiantes de latinoamérica". También celebró la posibilidad de que, a partir de esta escuela, se potencie la interdisciplina, haciendo dialogar a la Astronomía con la Antropología, la Sociología, la Historia, la Física y la Geografía.

Esta semana se llevó a cabo la 10° Escuela Lapis y la 9° Escuela Blas Servin en la FCAG. La semana que viene, entre el 31 de octubre y el 4 de noviembre, serán las 8° Jornadas Interamericanas de Astronomía en la Cultura y la 12° Oxford.

Entre los profesores invitados se encuentra el arqueoastrónomo polaco Stanislaw Iwaniszewski perteneciente a la Escuela Nacional de Antropología e Historia, Instituto Nacional de Antropología e Historia de México, que estudia los calendarios lunares en América, y el Doctor Walmir Thomazi Cardoso, integrante del programa de Posgrado en Historia de las Ciencias y Técnicas y Epistemología en la Universidad Federal de Río de Janeiro (HCTE-UFRJ) y que hoy dará la Charla de los viernes bajo el nombre: "Cielos fronterizos: ¿hay más estrellas al otro lado de la cerca?". Hará referencia a que entre finales del siglo XIX y el inicio del siglo XX se establecieron las fronteras entre Brasil, Venezuela, Colombia y Perú. ¿Cómo son las constelaciones para los pueblos Tukano, Tuyuka, Desana, Cubeo y Mirita-Tapuya de la Amazonía de América del Sur? Estas etnias comparten, aunque distanciadas por fronteras, cielos semejantes.

¿Qué es la astronomía cultural? El Mg. en Antropología y Lic. en Astronomía Alejandro López hace una introducción general:

La astronomía cultural, en sus inicios, y más que nada cuando empezó de la mano de astrónomos, pensaba más o menos así: el cielo es uno y más o menos el mismo para todos y tenemos, simplemente, muchas interpretaciones. El hecho de tener un mismo cielo, nos permite comparar las interpretaciones. El mundo no es tan sencillo; vamos a descubrir que esta frase es un poco mentirosa.

Es posible que la mayoría de nosotros fue sido socializado en una experiencia del cielo similar: el cielo es eso inmenso que nos deja pequeños, que se observa en soledad y que nos hace sentir como un gusano, que repta sobre la Tierra, ante un cosmos vasto para el que somos insignificantes. De hecho, solemos asociar el cielo con, a su vez, con cierto aparato matemático y ecuaciones. ¿Cuán universal es esto? Todos los seres humanos, en todas las sociedades experimentan el cielo así? ¿Esta es una experiencia universal? ¿Una sensación global?

Algunos sectores sugieren que no. Antes incluso de ser seres humanos, somos seres sociales. Todas las especies relacionadas con los homínidos, son especies sociales. El carácter social de la humanidad es previo a la propia humanidad. Y eso tiene consecuencias enormemente poderosas respecto a la construcción de ideas sobre el mundo. Por supuesto no somos la única especie social, ni siquiera entre nuestras especies parientes, y todas las especies sociales construyen sus ideas sobre el mundo socialmente. Esta es una frase que, cuando se dice por primera vez, parece muy tonta. Pero vamos a ver que tiene otra profundidad.

En el estudio de la humanidad enseguida encontramos rasgos de su carácter social o, al menos, colectivo de la especie. Pero ¿cuál es la extensión o la profundidad de que el conocimiento es una construcción social? Para tratar de entenderlo podemos empezar por lo más sencillo de lo más sencillo: la percepción.

Si analizamos el método científico, el primer paso es el de la observación. La observación como extensión de la percepción. Y ya este primer elemento es problemático: la observación depende de nuestra fisiología y nuestra estructura corporal. Nosotros vemos un campo de girasoles de una determinada manera pero una abeja la ve con un patrón totalmente diferente. Un tiburón percibe campos electromagnéticos. Imaginen cómo sería el mapa del mundo que trazaríamos si percibiéramos campos electromagnéticos. La fisiología, la anatomía, la estructura de los sentidos y del cuerpo ya es un condicionamiento base para la construcción de conocimiento para la percepción.

En el análisis de cualquier fotografía, vamos a poner en juego, no solo nuestra fisionomía y nuestro cuerpo sino que nuestros conocimientos previos y nuestras expectativas. Observamos y percibimos en función de patrones que esperamos encontrar. El cerebro selecciona, entre un montón de información, algunas cosas. ¿Cuáles? las que espera ver, sentir o percibir. Entonces, la percepción incluye, ya no solo nuestra anatomía sino nuestros esquemas perceptuales previos. Lo que esperamos ver, lo que estamos habituados a ver, lo que se supone que tenemos que ver. Vemos lo que buscamos, lo que aprendimos a buscar. Percibimos aplicando esquemas cognitivos previos, ideas que ya tenemos.

Esos esquemas están modelados por la biología, pero también, por la sociedad en la que vivimos. Por la cultura en la que nos formamos, y no simplemente por la escuela, sino por nuestra socialización primaria. La mayor parte de los mecanismos de percepción implican esquemas que aprendimos cuando cumplimos dos años, en nuestra casa y que forman eso que llamamos "sentido común"; la idea de lo que es normal o lo que puede ocurrir en el mundo. Sobre eso construimos todo lo demás.

¿Un esquema cognitivo puede ser cualquier cosa? Porque si todo es percepción, podemos percibir cualquier cosa. El acuerdo social sobre un asunto sencillo es muy complicado. El acuerdo sobre cómo es la realidad, es complicadísimo. Eso hace que no cualquier cosa sea un esquema de percepción. Solo muy pocos conjuntos de esquemas alcanzan cierto grado de consenso social. Tampoco es que votamos, sino que muy diversos mecanismos sociales legitiman algunas maneras de ver, invisibilizan y castigan otras.

Por ejemplo: en Argentina, para enseñar los números en la escuela primaria, se usaban escarbadientes. La maestra mostraba uno y preguntaba: ¿Qué ven acá? Algunos podrían decir dos puntas. No, un escarbadientes. Dos escarbadientes no son cuatro puntas, son dos palitos. El proceso de construcción de esquemas es un proceso muy complejo, donde entran en juego un montón de mecanismos sociales, que legitiman o fomentan ciertas maneras de ver y descartan otras maneras de ver. Es el proceso que pasa todo el tiempo.

¿Alguna vez fuimos seres naturales y libres, como dijo Rousseau, y la sociedad nos encarceló? No. Los seres humanos nos constituimos como tales en este proceso. No hay un ser libre y espontáneo previo que luego se socializa. Los humanos nos transformamos, nos construimos humanos así. Por eso, decir que el conocimiento tiene un carácter social no es solamente decir que se hace entre mucha gente. La construcción social no es simplemente construcción colectiva.

Es una construcción donde la sociedad y los mecanismos de generación de ideas específicas sobre el mundo tienen un rol crucial en lo que cada uno de nosotros pensamos. El universo de posibilidades de nuestra mente, es el universo de nuestro mundo social. Pero el universo social no es estático: cambia. Pensemos cuánta gente ha querido hacer la revolución. No es fácil cambiar nuestros esquemas de percepción. Venimos sobreviviendo así. Las comunidades a las que, más o menos, sus ideas les permitieron sobrevivir, siguen vivas. Y las que no, no lo siguen.

Ese fondo común de ideas que no son caóticas y que están estructuradas, son lo que solemos llamar cosmovisión. Es, mayoritariamente, no consciente. No es un sistema perfecto ni completo. No tenemos respuestas para todo. Tenemos ideas generales. Sobre muchas cosas ni siquiera tenemos ideas concretas, sino esquemas para improvisar ideas. Todas las construcciones explícitas se montan sobre eso. Sobre ese sustrato se van a montar ideas más elaboradas. La percepción y las ideas tienen mucho que ver con las emociones y el cuerpo.

Entonces: cómo sean las emociones y las corporalidades de las personas que estudiamos, tiene un impacto sobre cómo piensan sobre el mundo. Cosmovisión y experiencia del mundo se retroalimentan. Por eso, se produce la naturalización; la idea de que nuestra visión del mundo no es sólo una visión, sino que es el mundo.

La propia idea de qué capacidades anatómicas se consideran normales o anormales, tampoco es culturalmente universal. Lo social tiene un rol tanto o más importante que el sustrato anatómico. Y, además, funcionan juntos, no separados. Los cuerpos se construyen, no sólo por el apilamiento de células. Se construyen socialmente, sobre lo que entendemos que es un cuerpo humano.

Las divisiones, las clasificaciones de las ciencias no son el resultado epistemológico entre filósofos. Son el resultado de algo histórico. ¿Por qué decimos astronomía y no física del cielo? En otros países, astronomía es una rama de la física. En Argentina, la astronomía es una disciplina en paralelo, aunque estudiamos mucha física. Son razones puramente históricas. Y son el resultado de procesos que suelen ser tensos, violentos, no simpáticos. La gente se pelea por nombrar cosas. Las palabras denotan cosas. Y cuando hay una discusión intensa, es porque denota mucho. En muchos casos, los conflictos son la etiqueta, pero en muchos otros son qué incluye y qué no incluye esa etiqueta; los límites. ¿Cuál es el criterio para decidir si algo entra o no entra? Suele ocurrir que el criterio que se usa para dejar cosas afuera, se usa hacia adentro para decir quién está más en el centro de ese campo y quién está más en la periferia; quién es más astrónomo o astrónoma y quien es menos. Y quien nombra es quien ejerce el mecanismo de poder. Cómo nombrar es importante porque construye realidad y por eso, el poder siempre está interesado en nombrar.

Por todo esto, lo cultural no es arbitrario. Lo cultural es contingente, es decir, podría haber sido de otro modo pero no puede ser cualquier cosa.

Este es el Plan estratégico de la Unión Astronómica Internacional 2010-2020 y es un plan muy revelador. Porque, por ejemplo, la Antropología está en el rubro Cultura y Sociedad; no está en el rubro Tecnología y habilidades ni en el de Ciencia e investigación. La Antropología queda en el mismo rubro que la Historia, la Educación y la Inspiración. Lo interesante es notar que muchas de las disciplinas de las que se nutre la Astronomía, y que son ciencias, acá están ubicadas en el plano de lo cultural, como términos vagos, las cosas que se hacen en el tiempo libre.

Este es un cuadro comparativo, pero también es un cuadro disciplinante, que sirve para poner a cada quien en su sitio. Esto, además coincide con una división de géneros. Y también coincide con el rol que ocuparían las tareas de cuidado y la educación. La división se marca, además, entre femenino y masculino, adultos y niños, futuro y pasado. Sin darnos cuenta, esto construye. Si estas formas de nominación son el resultado de un proceso social e histórico, esto significa que no cambia sólo por el hecho de cambiar un término. Cambian cuando cambian los procesos y estructuras sociales. No es solamente cambiar un término; es un conjunto de situaciones que permiten que toda una estructura se mueva. Por ejemplo, los feminismos contemporáneos, son posibles no sólo porque hoy sabemos cosas que no sabíamos hace 50 años; sino porque las condiciones sociales de posibilidad de hoy son distintas que hace 50 años. Pero también hay cosas que no son posibles, porque las condiciones son las que son y no las que querríamos.

Algo importante a saber es que siempre categorizamos y clasificamos. Todas las categorías dejan afuera cosas y todas construyen cosas. Y todas implican un orden de imposición de poder de las sociedades que los construyen. No hay manera de salir, siempre vamos a estar en algún lugar ubicados. Nuestra tarea es desnaturalizar esas clasificaciones, advertir su carácter contingente, no obvio, no universal. Las sociedades, para funcionar, se naturalizan.

Que esta escuela esté funcionando acá, en la Facultad, tiene que ver con lo que estamos hablando; hace veinte años esto no hubiese pasado. Y que este debate se dé en una escuela oficial de Astronomía y Geofísica de la Facultad tampoco es inocente.

Cuando hablamos de Astronomía Cultural tenemos que hablar de multidisciplinas, interdisciplinas o transdiscinas. Multidisciplina: muchas disciplinas y cada una aportando su grano de arena. Interdisciplina con un proceso de interacción entre saberes. Transdisciplina como una superación, derribar las barreras disciplinares. ¿Cuál es la situación? Yo les diría muchas veces multidisciplina, razonables veces interdisciplina, aspiracionalmente posible interdisciplina. ¿Hacemos transdisciplina? A mi modo de ver en nuestro sistema tal como es hoy no es posible: requeriría un cambio completo de paradigma formativo, por ejemplo, que no hubiera más facultades.

Creo que no están dadas las condiciones sociales, económicas ni políticas que lo hagan factible como objetivo. Yo creo que sí es un objetivo factible la interdisciplina. Y a partir de ahí, ¿quién sabe? Es un objetivo factible y que en muchos muchas circunstancias efectivamente se logra el trabajo interdisciplinar. A mi modo de ver creo que lo ideal es ponerse objetivos, realistas, concretos, realizables y que por lo menos no lleven a un escalón o una situación distinta. La interdisciplina es un objetivo posible, realizable y, en partes, realizable a veces.

En ese contexto, la Astronomía Cultural, como campo interdisciplinario se podría clasificar hoy más o menos y es una interdisciplina. Pero su objeto central de estudio son hechos sociales y eso es importante que la gente -sobre todo la que viene de Astronomía- lo comprenda. No estudiamos Júpiter. Estudiamos lo que determinada sociedad piensa sobre Júpiter o como ve Júpiter o cómo construye su investigación sobre Júpiter.

Por lo tanto los objetos de estudio son de carácter social, aunque se requiera conocimientos astronómicos. Eso es muy importante porque significa que, metodológicamente, no podemos dejar de tener en cuenta la teoría y la metodología de las ciencias sociales. Si no, estamos en un problema tremendo.
Dentro de la astronomía cultural como gran área se incluyen distintas subáreas como la etnoastronomía, la arqueoastronomía, cierto tipo de historia de la astronomía (lo que podríamos llamar una historia social antropológica), cierto tipo de educación astronómica (podríamos llamarla educación astronómica intercultural o con una perspectiva intercultural) y, en ese sentido, podemos decir que la astronomía cultural es una suerte de perspectiva, una manera de mirar.

No se trata de buscar fragmentos de la astronomía que nosotros conocemos en otras sociedades; como si el conocimiento del otro se validara porque se corresponde a una categoría mía. Tampoco es simplemente ponerle contexto a la astronomía de los grupos humanos. No es simplemente agregar datos de contexto social. Es pensar los acontecimientos sobre el cielo como un producto sociocultural y ver cómo eso se articula en cada grupo humano específico y qué cosas hay en común o qué cosas son específicas. Eso ya es todo un desafío. Van a encontrar que los trabajos de investigación de distintos autores se enmarcan en diferentes posicionamientos teóricos en este sentido.

Bueno, entonces podemos hablar de la astronomía cultural resumiendolo como un campo disciplinario que estudia las formas en que diversas culturas y sociedades se relacionan con el cielo; las preguntas que se hacen sobre el cielo, las maneras en las que actúan respecto al cielo. Como parte integral de sus dinámicas sociales y culturales, o sea, no sólo son las ideas o teorías sobre el cielo, son los modos de pensar, actuar, relacionarse, concebir, percibir, y experimentar el cielo.

Para hacer trabajo interdisciplinario necesitamos un lenguaje común, necesitamos trabajar en equipo, necesitamos formarnos en las otras disciplinas. Si somos astrónomos tendremos que aprender de Ciencias Sociales y si venimos de las ciencias sociales, tenemos que aprender Astronomía.

Actualizado el 23/03/2023